Este próximo domingo 7 de septiembre la Iglesia universal celebra un acontecimiento histórico: la canonización de Carlo Acutis, el joven italiano conocido como el “influencer de Dios”. Su vida corta pero intensa nos muestra que la santidad no es un ideal lejano, sino una aventura posible para todos, incluso en los tiempos digitales.
Carlo nació en 1991, en Londres, y creció en Milán, Italia. Era un chico como cualquier otro: le gustaban los videojuegos, vestía jeans y sudaderas, se reía con sus amigos, jugaba fútbol y disfrutaba de la pizza. Tenía un perro, hacía bromas y soñaba con ser programador. Pero lo que lo hacía diferente era su gran amor por la Eucaristía. Él mismo decía: “La Eucaristía es mi autopista al cielo”.
A los 11 años, comenzó un proyecto digital que marcaría su vida: creó un sitio web que recopilaba más de 150 milagros eucarísticos en todo el mundo. Su idea era que más jóvenes conocieran a Jesús vivo en la hostia consagrada. Con paciencia, disciplina y creatividad, programó cada página, subió fotos, armó mapas y diseñó un “museo virtual” de la Eucaristía.
Carlo murió en 2006 a causa de una leucemia fulminante. Tenía solo 15 años, pero dejó un legado inmenso. Su testimonio demuestra que ser santo no significa ser perfecto, sino vivir cada día con alegría, amar a Dios y poner los talentos al servicio de los demás.
Hoy Carlo se convierte en el primer santo millennial de la Iglesia. Un joven normal, como cualquiera de nosotros, que se atrevió a vivir lo extraordinario en lo ordinario.
